Hector Sosa
2do semestre
El muchacho se llamaba Santiago. Llego a una pequeña iglesia abandonada cuando ya estaba anocheciendo. El sicomoro aun continuaba en la sacristía, y aun se podían ver las estrellas a través del techo semidestruido. Recordó que cierta vez había estado allí con sus oveja y que había sido una noche tranquila, excepto por el sueño, rato después se durmió y puso la cabeza encima del libro que estaba leyendo y soñó que estaba en las pirámides de Egipto y estaba a punto de descubrir un tesoro pero se levanto antes de saber dónde estaba la ubicación de ese tesoro.
El muchacho se llamaba Santiago. Llego a una pequeña iglesia abandonada cuando ya estaba anocheciendo. El sicomoro aun continuaba en la sacristía, y aun se podían ver las estrellas a través del techo semidestruido. Recordó que cierta vez había estado allí con sus oveja y que había sido una noche tranquila, excepto por el sueño, rato después se durmió y puso la cabeza encima del libro que estaba leyendo y soñó que estaba en las pirámides de Egipto y estaba a punto de descubrir un tesoro pero se levanto antes de saber dónde estaba la ubicación de ese tesoro.
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